
Laburo, amores, politica (claro, todo lo que se mencionó al principio), momentos que te arriman los dedos a la boca y que uno por uno empezas a despellejar, tirar de la piel, arrancarlo de su lugar de origen.
La clave, el lugar de origen. Un primer plano, nosotros. Luego, el lugar hacia donde queremos avanzar. La ansiedad atravezando y rompiendo el limite entre el plano y nuestro lugar de llegada. Nos obliga a gesticular con transpiracion y modismos ultra-rapidos el deceso de nuestra tranquilidad, finiquitando lo poco que queda de ese camino recorrido. La imagen se nos viene encima. Y ante su llegada nos pone frente a nuestra nariz una pared. Y, paf! Se termino la historia... Acabamos de terminar con nuestra paciencia.
Señores psicologos, sepan disculpar mi exceso de subjetividad. Toda coincidencia con la realidad es... ¿Cómo se dice? Causalidad.
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