Ahí estabas cuando corrí la cortina,
casi sospechando que me veías
esas perlas amarillas
que hipnotizan
se fijaron en mi.
Entonces jugué
a tu ritmo
subiéndome a la medianera
y posé sobre tu sombra
que también era mi sombra,
el sol que rebota en tus perlas
me ilumina.
Tu descanso negro en mi ventana,
la sombra de mi sombra, el sol
que te agiganta, tu astucia me limita
y mis ganas felinas no alcanzan.